Una mirada nueva, Pablo Solari por Fermín Fevre, Crítico de arte, Buenos Aires, 2003
En la pintura de Pablo Solari hallamos una mirada nueva. Es lo primero que nos atrae; su desprejuicio. Aborda con gran libertad los temas más diversos siempre a partir de la figura humana, principalmente en conjuntos abigarrados de personajes anónimos. Lo hace valiéndose de una concepción pictórica muy particular, que le es propia y que lo sitúa en una curiosa e inesperada actualidad.
El espacio en el que transcurren sus pinturas aparece más acotado, y se identifica con situaciones concretas, aunque fragmentarias, que requieren del contemplador una percepción imaginativa que le permita completar la escena abordada Logra así un marcado equilibrio entre lo que muestra y lo que sugiere. Lo que esta explícito en el cuadro y lo que corresponde a los aspectos más enigmáticos de la realidad.
En sus conjuntos de figuras, el tratamiento de cada uno de ellas es semejante. Todo está homogeneizado y domina el color plano, con ligeras quebraduras producidas por pliegues en la carne o en las ropas. Mediante este recurso rompe la planimetría y establece una visión dinámica.
Gracias al color construye el espacio diferenciando primeros y segundos pianos.
El pintor piensa con colores, como quería Cezanne.
En la visión plástica de Solari esta sabiamente contenida una parte de la Historia del Arte, no solo a través de citas temáticas discernibles en las posiciones de los personajes, en sus rostros y rasgos físicos, sino, también en el tratamiento pictórico que, si bien mantiene una unidad constante y definitoria, deja traslucir esa presencia del pasado.
Otro aspecto, no menos característico de las pinturas de este artista notable es la referencia americanista. Si algo tienen sus composiciones al situarlas en el espacio, es su innegable pertenencia a la tierra americana. Sus figuras parecen provenir de la Historia, por el tratamiento plástico apuntado, pero pertenecen sin ninguna duda a América asumiendo una destacada actualidad por el marco referencial en el que están situadas.
De tal modo, Pablo Solari, verdadera revelación como artista imaginativo y dotado, actualiza con su creación, aun escasa, la potencia creadora de la pintura, abriendo horizontes nuevos que anticipan un futuro prometedor.
En sus dibujos expresa un mundo diferente, cercano a la visión surrealista, no faltando, tampoco el humor y el sentido paródico, logrado con un tratamiento muy diestro de la línea y un instinto compositivo desarrollado.
Para quienes piensan que estamos ante un agotamiento de la pintura, lo que ahora nos presenta este artista es la demostración evidente de que, en todo caso, la indudable crisis actual esta, más bien dada por la ausencia de muchos pintores capaces de desarrollar, tan originalmente su sentido creador, tal como Pablo Solari logra hacerlo.
Fermín Fevre, Crítico de arte, Buenos Aires, 2003